―Este lugar es una bazofia, ¿qué hacen los ladrones de tus padres con el dinero que roban?―Dije que robaban, no que supieran administrarlo.―Da igual. Este lugar no es apto para humanos ―Supongo que era el lugar más horrible que había visitado, porque se le iban a salir los ojos de la impresión. Me alegra saber que mi anterior apartamento es considerado un mejor lugar que este―. Parece un criadero de inadaptados.Le arrojé una mirada feroz. ¿Me llamó inadaptada?―Pero tú eres la excepción, por supuesto ―añadió con rapidez, dándome una ligera nalgada. ―Vamos. Acabemos con esto de una vez y trata de controlarte.¿Por qué le dije eso? ¿Por qué le dije que se controlara cuando los quiero ver pagar?―Si querías que me controlara, no debiste venir. No pienso tener consideración con ellos ―Se bajó del vehículo, dando un portazo.Lo seguí, unos pasos más atrás, viendo el suelo agrietado. Grietas que no estaban acá hace unos años, un pequeño recordatorio de que el tiempo había pasado, ya no e
El corazón casi se me salió del pecho, pegué un brinco digno de un cobarde. Abracé el brazo de Derek con mi extremidad buena. Busqué por todas partes el causante de aquel escalofriante chillido. Y entonces lo vi, un patito de hule con un esmoquin.Había demasiados cosas regadas por doquier. ¿Estás personas en verdad robaron un patito de hule con esmoquin? ¿Razón? Seguro que no tienen. Derek lo pisó a propósito y el muñeco de baño emitió el mismo ruido.Me acababa de asustar por el sonido de un pato de hule. ¡Que vergüenza!―Tranquila, mi amor, te protegeré de cualquier patito de hule que se atreva asustarte ―Y lo pisó tan fuerte que lo reventó.Lo decía jugando, pero sus acciones parecían las de un mafioso.―Tú no eres normal.―¿Seguimos? ―preguntó, manteniendo su brazo como apoyo para mí. ―Sí.Continué caminando con extremo cuidado entre los objetos desparramados en el suelo. ¿Cuáles eran las posibilidades de encontrar una mina escondida?A los minutos, escuché los gruñidos de Dere
―¡Hazlo! Me ahorraría el trabajo de llamarlos yo mismo para denunciarlos por robo, desgraciado.No sabía que pensar de la situación. Mi esposo por obligación estaba asfixiando a mi padre desobligado.Ninguna emoción de compasión cruzó mi corazón al ver a mi progenitor en ese estado, con los ojos desorbitados y amenazando con ponerse en blanco dentro de pocos segundos. Y aún así, no quise intervenir. ―¡Suelta a mi esposo, maldito! ―exclamó mi madre.Corrió en dirección a mi esposo, preparada para atacar. Sin embargo, fui más rápida y la abofetee, desorientándola. Se quedó quieta, sorprendida. Inclusive, yo estaba sorprendida. No podía creer mi accionar.Solo le había levantado la mano a mi madre una vez y tuve que huir de casa en el proceso porque pensé que la había matado y creía que mi padre me mataría a mí por eso. Derek soltó a mi padre con prisa y se interpuso entre mi madre y yo, supongo que usando su cuerpo como una barrera por si mi madre intentaba devolverme el golpe. Con mi
―Explora el club o quédate en la habitación, yo me haré cargo de esto ―Acomodó su corbata, apacible. ―¿Qué? ―Sus palabras me sacaron de mis pensamientos―. Yo voy con ustedes. ―No, no irás ―habló con firmeza―. Esto es entre ellos y yo. Me robaron a mí, no a ti. ―¡Son mis padres a los que piensas torturar! ―¡Ah, perdón! Se me olvidaba lo mucho que querías a tus padres. ¿Cómo les fue en su última navidad? ―habló con sarcasmo rancio. ―Y si sabes que no los quiero, ¿por qué no me dejas ver lo que ocurre? ―Porque hay una diferencia entre no quererlos y querer ver que sufran ―gritó, para a continuación, soltar una bocanada de aire. ―Puedo resistirlo. ―No, no puedes ―gruñó. ―Ya estoy acá. No puedes impedir que yo entre contigo aquel cuarto, me pegaré a ti como garrapata ―dije entre dientes. Me preparé para salir del auto, cuando aprisionó mi muñeca con su mano. ―Que no se te olvide lo que pasó la última vez que estuviste aquí. Y no me refiero a lo ocurrido con el deudor ―h
Las tres levantaron las cabezas, intrigadas. ―¿Alguna sabe cómo entrar en la habitación privada de Derek? La que usa para los negocios. Chika levantó la mano al instante. ―Por la puerta. Incliné la cabeza. Primero pensé que era sarcasmo, pero estaba hablando muy enserio. ―Que no sea la puerta. Debe ser como un pasadizo secreto donde pueda escabullirme. Estoy segura que Derek puso un gorila en la puerta que no me dejará dar un paso dentro de la habitación ni aunque tuviese llave. Debo aparecerle por sorpresa. ―Hay uno… Musa le dio un codazo a Chika para que se callara. ―Continúa ―exigí. Chika dudó al ver la mirada de sus compañeras. ―¿Por qué no dicen nada? Alika fue la que habló. ―Temo que al decirlo, trate de usarlo. No es lugar al que debería ir en esa condición ―Señaló mi yeso. ―Soy perfectamente capaz de hacer lo que sea. Me van a quitar los puntos esta semana. Y el yeso lo único que está haciendo es reforzar el hueso para que se acostumbre a estar en su l
―¿Seguro que este es el baño de la habitación privada de Derek?Un golpe, un grito desgarrador, risas y silencio. Todo ocurrió en una fracción de segundo, arrebatándome las palabras de la boca.En definitiva, esta es la habitación privada de Derek.Estuve tentada a girar el polmo, pero Carlos me detuvo la mano con un susurro cargado de miedo.―¡No te asomes, por favor! No puede saber que estamos aquí ―Al darse cuenta que me tenía agarrada, me soltó como si estuviera envuelta en llamas. Sus mejillas se sonrojado al instante y agachó la cabeza.No hice ningún comentario y quise apartar cualquier pensamiento que delatara mis sospechas sobre su comportamiento. Sí me engañaba a mí misma, podría llegar a engañarlo a él.«¡Porque es imposible que yo le guste!» me dije a mí misma.E
―¿No hay forma de ver lo que está ocurriendo del otro lado?―No, señora.La curiosidad me mataba.Me tuve que conformar con escuchar a través de la puerta. Llegó un punto en que todos comenzaron a gritar insultos, lanzar platos, botellas. La habitación estaba inundada con sonidos diversos, ninguno bueno.Distinguí las súplicas de mi padre y el llanto de mi madre. Por un segundo, tuve el impulso de entrar en la habitación.Sentí un pinchazo en el pecho.Menee la cabeza. No podía estar sintiendo nada por ellos, no luego del odio que juré tenerles. Y en especial, porque hace unos minutos no sentía nada por ellos.¿Era un instinto de cría?Se detuvieron. No más gritos, no más insultos ni súplicas.Temí lo peor.Creo que me estaba sintiendo más culpable por el hecho de no sen
Me tomó del brazo, pegándome a su cuerpo―Te ves horrible con esa ropa mugrienta. Tenemos que quitarte eso.―No ―gruñí, luchando nuevamente contra su agarre, pero no había mucho que pudiera hacer con solo una mano.―Necesitas cambiarte para poder ir al hospital.Fruncí el ceño.―¿Hospital?―Estuviste recorriendo los conductos, afincando tu brazo lastimado. Necesitas ir a urgencias ―Pese a que lucía molesto, seguía predominando la preocupación.Supongo que luego que el médico me revisara, vendría la reprimenda de mi vida.Consiguió soltar otro botón.―¡No! ―grité, asustada. Fue un chillido cargado de pánico.No quería que me desnudara frente a Carlos. No lo consideraba un pervertido, pero jamás se conoce por completo a una persona.¿Y si se asomaba a través