57. Me estás matando
Margot
Los labios de Jayden se abren para recibir los míos sin protesta, ni juegos. El beso es hambriento, necesitado, urgente y parece tocar cada una de mis terminaciones nerviosas, porque mi cuerpo empieza a temblar y siento que no tengo suficiente, nada parece ser suficiente, así que me aprieto más a él y ahora lo siento todo contra mi. Cada punto, cada relieve y toda su dureza conectando conmigo.
Sus manos son como brasas de fuego, queman en cada maldito lugar que me tocan: bajan por mis omoplatos, se acunan en mi cintura con fuerza, rozan mis caderas y aprietan mi culo de tal forma que un gemido alto y ruidoso escapa de mis labios al mismo tiempo que Jayden gruñe y me alza por los muslos, de inmediato tengo mis piernas rodeando su cintura y me deleito sintiendo como su miembro, duro como piedra, se aprieta contra mi pobre vagina que está hirviendo.
Cuando creo que va a llevarnos a la cama, me sorprende darme cuenta que soy dejada con cuidado sobre el escritorio que está detrás de