Capítulo 22.
Bradley mordisqueó aquellos labios que se abrieron con anhelo bajo su boca. Le acarició la lengua con la suya. El anhelo, la lascivia y algo oscuro, demasiado intenso y ardiente, lo golpeó tan fuerte que sintió como si estuviera quemándose vivo.
Siempre había sido con ella. Desde aquella primera noche cuando la conoció en el bar. Se apartó apenas un suspiro y se sacó la camisa por encima de la cabeza. Enseguida su mano fue directa a la cremallera del vestido de Emma y se lo quitó con rapidez antes de volver a asaltar con voracidad su dulce boca. Mientras le arrancaba cada prenda que encontraba a su paso, Suter luchó por contener el aullido de lujuria que pugnaba en su pecho.
Segundos después Emma estaba por completo desnuda y presionaba sus senos contra el firme torso de Bradley, mientras él la empujaba hacia la cama. Nada importaba más que Emma. Nada excepto tocarla y hacerle el amor.
Ella se aferró a su cuello y lo besó como si estuviera sedienta de él. Era una mujer exigiendo a