Alejandro quedó atónito, su corazón temblaba intensamente.
Miró incrédulo a la mujer que una vez estuvo a su lado, su exesposa, que solía ser tierna y tranquila, sin atreverse a respirar, ¿cómo podía haberse vuelto tan desenfrenada? ¿Cómo se atrevió a herir a alguien con sus propias manos?
—Irene, ¿es cierto?— Alejandro apretó la garganta y la miró con ojos oscuros y profundos.
Clara levantó lentamente los labios, su hermosa y sorprendente mirada se elevó con una sonrisa maliciosa.
Rodrigo no pudo evitar cubrirse el pecho, quedó cautivado por esa sonrisa.
¡Nunca había visto a una mujer tan seductora incluso en su maldad!
—Alejandro, ¿qué quieres decir con eso?— Beatriz, al ver que Alejandro seguía cuestionando a Irene, preocupada de que Alejandro sospechara, comenzó a llorar como una niña caprichosa, —¿Acaso no confías en mis palabras? ¿Soy tan poco confiable a tus ojos?
No sabía por qué Irene admitiría esto.
¡Pero alcanzó el resultado que quería! Irene estaba dispuesta a admitirlo, ¡q