Ambas partes se enfrentaban, con una atmósfera tensa y hostil.
—Alejandro, qué mala suerte encontrarte aquí—dijo Aarón con una risa fría.
—¿Está Clara adentro?— Alejandro frunció el ceño con ferocidad y preguntó en tono despectivo.
Al escuchar ese nombre, Beatriz sintió un escalofrío en su escalpa y su corazón se contrajo por un momento.
—¿Qué te importa si nuestra señorita está adentro o no? A Alejandro no le importa este jardín—dijo Aarón con sarcasmo, marcando cada palabra de una manera punzante.
—¡Solo estaba preguntando! ¿Por qué te atreves a hablarme así?— César no pudo soportarlo más y respondió desafiante.
—Simplemente, lo detesto—dijo Aarón, con desprecio en sus cejas fruncidas.
—Bien, César—reprendió Alejandro y luego preguntó con indiferencia en sus ojos: —Clara, ¿qué estás haciendo aquí?
Aarón miró burlonamente a la encantadora Beatriz y levantó una ceja: —Alejandro, ¿qué están haciendo aquí? Nuestra señorita ha venido a hablar de cooperación aquí con este proyecto.
Los ceñ