Clara tiene una cara linda y encantadora, su mirada se desvía lentamente, su cintura es esbelta y elegante, y sus ojos parecen agua de otoño que atraviesan el umbral de su corazón.
Ella danza suavemente con mangas de agua, su canto es maravilloso, embriagando a todos los presentes y dejándolos extasiados.
—El amor no es más que un juego común, nada sorprendente. Los hombres, a sus ojos, son meras cosas desechables, ¿qué hay de extraordinario en ellos?
Alejandro la mira sorprendido, ambos están en el escenario, él es el hijo de la familia prominente y ella es la encantadora dama en el público. Parece que han cruzado el tiempo, superando el amor y el odio para encontrarse en esta vida. Es como si se hubieran conocido en otra vida.
Con cada gesto y sonrisa de ella, él siente que su vida se detiene un instante.
—¿Es esa realmente Irene?
Fernando se emociona y agarra el pasamanos, casi se levanta sorprendido: —¡Es ella... es Irene! Mira su pequeña nariz, su pequeña boca... Es mi cariñosa I