Finalmente, llegaron al punto crucial.
Fernanda sonrió: —Díganme, ¿cuánto quieren?
Dos millones de dólares y una villa no eran suficientes, las demandas de la familia Flores no eran tan modestas.
Al ver la expresión de Fernanda, que claramente se le entendían una a una sus intenciones, el rostro de Diego se oscureció cada vez más.
—Somos familia, señora. No hay necesidad de ser tan dura.
—No he venido aquí para pedirle dinero a la familia Romero, sino para preguntarle algo.
Martina, molesta, le dio un suave golpe en el brazo.
Habían acordado exigir alguna compensación a la familia Romero, entonces ¿por qué ahora decían que no quería dinero?
Si no pedían dinero, ¡perderían mucho!
Diego retiró la mano rápidamente, ignorando por completo a Martina.
Fernanda sonrió, fingiendo no notar los movimientos entre ellos, y dijo: —Bueno, habla.
Diego, en tono serio le dijo: —Como usted sabe, el grupo Flores está a punto de salir a bolsa, y cada inversión es realmente crucial.
—Ayer, justo después d