—¿Sebastián, de verdad le diste el collar a la señorita Sofía? Ese collar fue hecho especialmente para la señora— preguntó asombrado Juan, sin poder contenerse al ver a Sofía marcharse muy tranquila con el collar.
Sebastián, recostado, respondió con frialdad: —Dáselo. Si vuelve a pedir algo más, simplemente complácela en lo que quiera.
Antes de irse, Sofía había pedido una condición a cambio de haberle salvado la vida a Sebastián.
Sebastián no podía rechazarla, pero tampoco planeaba de nuevo volver a ver a Sofía.
Juan aceptó, entendiendo la difícil situación.
De hecho, él siempre había preferido a Daniela como la señora de la casa.
—¿Debería mandar hacer otro collar? —preguntó algo curioso Juan.
Sebastián lo rechazó: —Daniela no lo querrá.
—Puedes mandar hacer un anillo. Que tenga un diamante rosa.
Juan se quedó sorprendido por un momento, pero luego sonrió con satisfacción: —Entendido. Buscaré el diamante rosa más grande.
Sebastián no dijo más, cerró los ojos con agotamiento.
Parecía