Daniela despertó en ese momento de un sueño profundo.
En su sueño, una figura vestida de negro la perseguía implacablemente. Ella corría y corría, pero no podía escapar.
Finalmente, tropezó y cayó. La persona vestida de negro, con una sonrisa muy fría, levantó un cuchillo y se lo clavó con fuerza.
El terror aún recorría por todo su cuerpo.
Daniela frunció el ceño y presionó con temor su pecho, tratando de calmar su corazón acelerado.
La luz al instante se encendió.
La fría y serena figura de Guillermo apareció en la puerta, su voz era muy suave: —Daniela, ¿estás bien?
Daniela se acostumbró a la luz y le sonrió con gran esfuerzo: —Estoy bien, solo fue una simple pesadilla.
Guillermo apretó con fuerza los labios y se giró para servirle un vaso de agua caliente.
—Gracias.
Guillermo negó con la cabeza y se sentó en una silla cercana, sin decir nada en lo absoluto.
Daniela bebió el agua, suspiró muy aliviada y se recostó lentamente en la cabecera de la cama.
La habían ferozmente seguido, y