Capítulo 3
Camilo no regresó después de atender la llamada.

—Nadia lo llamó, quién sabe qué le dijo, pero Camilo le arregló un avión privado.

Todos se reían de Camilo, pero yo la único que quería era llorar.

Camilo había sido bueno conmigo, pero yo no era especial para él. Toda su atención era para Nadia.

La reunión terminó abruptamente, y llevé a Luis de regreso en mi auto.

Una vez en casa, me acosté recordando las palabras de Luis.

Desde pequeña siempre fui callada, de personalidad apagada, tranquila.

Nadia era hermosa, alegre, dulce, mientras que yo no tenía nada de eso.

Pero Camilo notó mi presencia en las sombras cuando dijo:

—¡Esperen a Lina, vayan más despacio!

Esa simple frase la guardé en mi corazón por muchos años.

Comencé a mirarlo, pasando de atreverme a darle simples miradas furtivas a no poder apartar mis ojos de él.

Aunque sabía que a Camilo le gustaba Nadia, mi corazón se abrió para él.

Hasta que tres años atrás, me regaló un ramo de rosas blancas, con ojos llenos de ternura.

—Lina, seamos novios.

Esas palabras parecían tan recientes, en marcado contraste con su frialdad actual.

Durante varios días después de la reunión, Camilo no me contactó. Después de todo, no me amaba, y su verdadero amor regresaría al país.

Durante todos esos días, estuve decaída. Luis, atento, notó mi cambio y comenzó a entrar frecuentemente a mi habitación para charlar conmigo.

Cuando vio mi mesa llena de joyas de diamantes, se sorprendió.

—Lina, recuerdo que te gustan las perlas, ¿para qué compraste tantos diamantes?

No me atreví a decirle que todos eran regalos de Camilo.

Luis conocía mis gustos, pero Camilo no, a pesar de los tres años que llevábamos juntos.

Me levanté y los tiré todos a la basura.

—¿Por qué tiras cosas en buen estado?

—No tiene sentido conservar las cosas que no me gustan, por más hermosas que sean —respondí con una sonrisa amarga.

Luis no entendió el significado de esas palabras y me apuró para que me cambiara.

—Nadia ha vuelto al país. Vamos a darle la bienvenida. Te servirá para distraerte.

Mi corazón se retorció nuevamente, al comprender que Camilo no me había contactado durante esos días, porque seguramente estaba con Nadia.

Pronto Luis y yo llegamos a casa de Nadia.

Al entrar, todo el salón estaba cubierto de rosas blancas.

Nadia corrió hacia mí levantando su falda.

—¡Lina! ¡Tanto tiempo sin verte!

Quise sonreír, pero no pude.

En realidad, no la odiaba, éramos amigas desde la infancia. Pero también era la persona a la que Camilo amaba.

La espina enterrada en mi corazón empezó a doler nuevamente.

No sabía qué decir, así que solo pude buscar un tema de conversación incómodo.

—Tantas rosas blancas, ¡qué romántico!

Nadia sonrió levemente.

—Todo lo preparó Camilo. Sabe que me gustan las rosas blancas y prácticamente trajo todas las de la ciudad.

Mi corazón se contrajo de manera involuntaria.

Recordé el día que Camilo me pidió ser su novia, y de repente todo encajó.

Camilo quería regalarle las flores a Nadia, pero ella estaba fuera del país, así que me había dado a mí las flores que no había podido entregarle a ella.

Bajé la cabeza para ocultar las lágrimas que casi se me escapan.

Así que era eso… Incluso las flores con las que me pidió ser su novia eran las sobras que otra había rechazado.

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