Después de dormir un rato, bajé a tomar agua y descubrí que Camilo estaba en mi casa.
Al verme, preguntó ansiosamente:
—¿Te sientes mal en alguna parte?
Viendo que no había nadie alrededor, intentó tomar mi mano.
—Ese día no te abandoné a propósito, es que escuché a Nadia...
Interrumpí sus palabras:
—No necesitas explicar, entiendo.
Puse mis manos detrás de mi espalda, mi rechazo era obvio.
—Lina, aunque ya no seamos pareja, podrías considerarme como un hermano. ¿Por qué actúas así?
—¿Hermano? Ya tengo mi propio hermano, ¿qué clase de hermano serías tú?
Suspiró:
—Lina, parece que Miguel te presta demasiada atención. Ten cuidado, no te metas con ese tipo de personas.
—¿Qué tipo de personas?
Sonreí con ironía:
—Si alguien como tú, que usa a otros como segunda opción, puede encontrar amor, ¿podría él ser peor que tú?
Camilo se enfureció:
—¡Mis sentimientos por Nadia son sinceros!
Inmediatamente se contuvo, mirándome incómodamente.
Mi corazón aún dolía un poco con sus palabras, pero ya no