Al verme, Camilo cerró la boca inmediatamente, mientras todas las miradas se concentraban en mí.

—¿Qué haces aquí? —preguntó mi hermano, Luis Espinar, mientras dejaba su copa y se movía a un lado para dejarme sentar.

—Papá y mamá salieron por compromisos y no están en casa. Estaba aburrida sola —respondí, intentando que mi voz sonara estable, pero mis manos temblaban sin control.

Luis asintió y, mirando a todos en la sala privada, advirtió:

—Lina no bebe alcohol. Nadie intente hacerla tomar.

—Luis, eres tan bueno con tu hermana, ¿qué harás cuando ella encuentre novio? —comenzaron a bromear sus amigos.

Luis sonrió y puso los ojos en blanco.

—Tendré que evaluarlo muy bien por Lina. Un hombre común no la merece.

Todos comenzaron a alborotarse.

—¿Qué tipo de hombre sería extraordinario? ¿Nosotros calificamos?

Luis miró alrededor, deteniéndose en Camilo, quien no había dicho nada, y bromeó:

—Tal vez solo Camilo sería el único aceptable. Aunque él ni siquiera toma en serio a su novia. No podría dejar que Lina esté con él.

Las palabras de Luis eran una broma, pero la expresión de Camilo se tornó rígida. Me miró brevemente y desvió la mirada con rapidez.

—No bromees. Veo a Lina como una hermana.

Yo miraba distraídamente el perfil de Camilo, con el corazón destrozado. Luis notó mi mirada y agitó su mano frente a mis ojos, preguntando:

—¿Lina? ¿Por qué miras tanto a Camilo?

Bajé la cabeza rápidamente y bebí un sorbo de agua para disimular mi nerviosismo, mientras los demás comenzaban a hacer bromas:

—Lina, Camilo es guapo, pero es un canalla. No te dejes engañar.

—Sí, hace un momento decía que su novia no sabe nada y es fácil de engañar, que tiene un carácter suave y es fácil de convencer. ¿Crees que eso está bien?

—Pensábamos que después de varios años realmente se había enamorado, pero resulta que dijo que la chica lo perseguía tanto que no podía deshacerse de ella.

—Exacto, y nunca la presenta. ¿Por qué? Obviamente porque no piensa en una relación a largo plazo. Hace un momento él...

—¡Ya basta! —interrumpió Camilo con mal semblante y voz fría.

Luis, su mejor amigo, notó su expresión y preguntó:

—¿Qué te pasa? ¿No estarás molesto porque Nadia va a regresar?

«¿Nadia va a regresar?» Mi mano tembló de repente.

Camilo me miró un momento, y desvió la mirada enseguida.

—Su regreso no tiene nada que ver conmigo.

—¿Cómo que no? —preguntó Luis, con una sonrisa—. Si no te importa tu novia, ¿no es porque todavía sientes algo por Nadia?

Todos sabían que él tenía una novia que nunca presentaba. Pero nadie sabía que era yo.

Él atendía llamadas de chicas durante las reuniones, hablándoles con voz suave y cariñosa. Cada semana le enviaba regalos a su novia, nunca repetía uno. Incluso Luis pensaba que estaba realmente enamorado.

En tres años de relación, Camilo había sido muy bueno conmigo, tierno y atento, generoso, un novio ejemplar. Su única condición era mantener nuestra relación en secreto. La razón que me dio fue que yo era demasiado joven. Y yo creí en sus palabras.

Hasta que escuché cómo hablaba con total indiferencia, diciendo que yo solo era un pasatiempo para él. Un simple pasatiempo…