Narra David De María
–Sí, vamos preciosa – Respondí sin más que decir.
Nos fuimos rumbo a su casa y ella me pidió para no hacer más grande el problema con su madre, que la dejara unas cuadras antes de llegar.
– ¿Me puedes dejar por aquí por favor?
–Claro que sí.
Yo no tuve más remedio que acceder y así lo hice, bajé del auto para despedirme de ella para quedar de verla de nuevo en la noche afuera de su casa o trepando por su ventana, nos dimos un beso y un fuerte abrazo.
Me quedé un rato en mi auto meditando toda la situación y pensando que mi madre tal vez tuviera un poco de razón, al pedirme que esperara a que las cosas se calmaran, pero algo dentro de mí me decía que era un error el haberla llevado a casa. Sin ganas de irme, terminé por hacerlo y llegué temprano a mi casa, dónde me puse a hacer mis tareas de la Universidad y así se me fue rápido parte del día. Me metí a dar una ducha para después poder ir a casa de Alondra cómo habíamos quedado, pero antes quise enviarle un mensaj