Narra David De María
Ya con eso me tranquilizaba un poco, si allá la iba a atender el doctor, era un alivio, que estuviera dispuesto a ayudarnos en los estudios, para que nos dijera, que era lo que en realidad tenía.
–Está bien madre, pero necesito, que si vamos a ir con mi princesa al hospital, le digas al doctor, que me deje estar con ella, en todo momento.
No la iba a dejar sola en esto, ella necesitaba tener a alguien a su lado, para soportar su miedo a las agujas, porque me imaginaba, que con eso comenzarían, pero iba a estar a su lado.
–Si hijo, veré que puedo hacer, pero ya, no perdamos tiempo. Iré a abrir el auto para que lleves a Alondra y ya poder irnos. Cuanto antes, será mejor.
–Sí madre – Le contesté.
Mi madre salió para abrir el auto y después yo, tomé en mis brazos a mi hermosa Alondra, que iba muy dormidita. Me subí con ella en brazos al auto, la llevaba en mis piernas, de vez en vez la besaba, la abrazaba y la consentía. Mi madre también estaba preocupada, yo la con