Me despierto con la sensación de unos dedos que me quitan los cabellos de la cara. Estoy muy cómoda y no quiero levantarme, así que me acurruco más en la almohada de seda debajo de mí. Suspiro con total comodidad cuando esos mismos dedos de antes comienzan a masajear mi espalda baja. Esto es pura felicidad.
Se siente como solo momentos después cuando una voz baja y retumbante susurra en mi oído.
- Bebé, tienes que levantarte ahora.
Gimo y me pongo el edredón por la cabeza. Trav se ríe y frota mis brazos arriba y abajo sobre el edredón. Siente que no planeo despertarme pronto, así que decide unirse a mí debajo de las sábanas.
No lo veo, pero siento su cercanía. Su calidez me rodea.
- Vamos. Son las siete en punto y le prometí a tu mamá que te llevaría a casa esta noche a una hora razonable.
Rayos. Él se lo prometió. Cuando la llamé hoy, me dijo que quería ver un maratón de películas conmigo porque tenía mucho tiempo libre es