Había una pequeña escotilla en el depósito de agua. Me arrodillé junto a ella, la abrí y empecé a verter el contenido de cada frasco. Por si acaso no funcionaba, guardé varios viales y los metí en la mochila antes de volver a cerrar la escotilla y salir.
Enzo y yo no tuvimos que hablar. Nos lanzamo