Clavé las uñas en la espalda de Enzo y lo miré a los ojos mientras me penetraba.
"Vamos", dijo él, con el pelo rizado colgando hacia sus ojos rojos mientras se encorvaba sobre mí. "Ven".
Como si su permiso activara algún tipo de interruptor, sentí que mi cuerpo estallaba en un millón de sensaciones