Nina
“James... Corre”.
“¿Qué?”, dijo. “No voy a dejarte aquí fuera”.
Amartillé la escopeta mientras los ojos amarillos seguían mirándome desde la oscuridad, acompañados por el sonido de un gruñido profundo y horripilante.
“Tienes que correr, James”, dije, levantando el cañón del arma para apunta