Nina
Jessica, Lori y yo habíamos empezado a montar el campamento no muy lejos de donde habían asesinado al hombre de negocios cuando oí crujir ramas y hojas en el bosque.
Alguien se acercaba.
“¡Dios mío!”, se quejó Jessica mientras jugueteaba con los palos de su tienda, “¡esto es imposible! Lori,