Me mordí el labio, dolida de ver a mi amiga sentirse así.
En ese momento, una chica borracha salió a trompicones al porche. Era bajita y curvilínea, con cabello castaño cortado a la manera de un niño y un aro en la nariz.
“Oh, lo siento”, dijo cuando nos vio a Lori y a mí. Se dio la vuelta para irs