En la noche, comimos en el Boca Canoa y en esta ocasión pude llevar a Verónica, para que los conociera a todos. Se ganó, de inmediato, la atención de todos los demás participantes, que de inmediato creyeron que era mi hija y la chef Clare hasta me felicitó porque, después del parto, había quedado perfecta. Hubiera preferido no hacerlo, pero tuve que aclararle que Verónica no era mi hija biológica -Teressa me ayudó con la traducción-, sino mi sobrina.
—Oh, lo siento, pero como escuché que la niña te decía mamá, jamás se me pasó por la cabeza que esa fuera su verdadera relación.
Le dije a la chef que entendía, desde luego, y que ya yo también estaba hecha a la idea de que Verónica era mi hija,