CAPÍTULO 04

CAPÍTULO 04

¿Qué estoy haciendo? Realmente no lo sé, no sé qué significa este fuego que se ha instalado en el centro de mi estómago. El hombre con acento italiano atrapa mis glúteos para luego enterrar sus dedos sobre ellos. Mordisquea mi labio inferior y me sonrojo cuando de mi boca brota un pequeño y dulce gemido.

Alza mi pierna derecha  para atraerme un poco más hacia su entrepierna, mi cuerpo vibra al sentir su polla endurecida chocando una y otra vez sobre mi intimidad. El rubio hace fricción sobre mi clítoris logrando que mis senos se endurezca por el placer que emana mi cuerpo.

Succiona mi labio inferior para luego separarse de mí—¿Deseas ir a mi habitación?—miro por un momento mis manos, pero termino aceptando, ya que después de esta noche no volveré a ver a este adonis nunca más—¿Eres legal?—frunzo el entrecejo porque no entiendo su pregunta—Que si ya eres mayor de edad…—abro la boca formando una perfecta «O»

—Tengo veinte años…—el sujeto mira mis labios y luego mis ojos—¿Y tú eres legal?—le devuelvo la pregunta a posta; pego un grito al sentir como sus manos me alzan para depositarme como un costal de papas sobre su hombro izquierdo. Los residentes del crucero nos quedan viendo. Paso mis manos por mi rostro para que nadie me vea.

—Tengo treinta y cinco años, pequeña.—¡¿Qué carajos?! Este tipo me lleva quince años. Siento como acaricia mis piernas desnudas y cuando menos me doy cuenta ya estamos en la entrada de su suite. Miro para todos lados quizás buscando una señal que me tenga de cometer esta locura, pero me trago mi orgullo y de paso mi temor. He decido hacerlo y eso es lo que haré.

Su habitación es mil veces mejor que la mía y eso me molesta. Solo diez personas dentro del crucero pueden costear algo de esta magnitud. Eso quiere decir que el italiano no es cualquier persona.

—¿En qué trabajas?—suelto sin más. El hombre con ojos azules saca una botella de agua y la bebe de rapidez delante de mí—¿Empresario? ¿Político? ¿Inversionista?—no responde y me asusto al pensar que…—¿Ma… Mafioso?—empieza a reír y mis piernas tiemblan. Veo para todos lados y no puedo creer que me haya metido en la boca del lobo.

Da varios pasos agigantados hasta mí y cuando intento retroceder sujeta con fuerza mi mentón. Aprieto los ojos al sentir su respiración a escasos centímetros de mi rostro. Mis piernas flaquea por un momento. Este tipo es el triple de mi contextura, si intento hacer algo, de todas formas estoy muerta.

—Soy magnate hotelero…—el alma me ha vuelto al cuerpo—Mi familia es una de las más importantes en Italia. Mi hermano mayor tiene una de las empresas más productivas en toda Europa y mi hermana es CEO en su propia compañía de moda… Ahora, pequeña Dara ¿Qué hay de ti?

—No hay mucho que contar…De seguro sabes quién es mi familia. Mi abuelo es Miguel Smirnov uno de los mafiosos más sanguinarios de la historia que fue exonerado de muchos cargos gracias al dinero. Vivo en España con mi hermana gemela y pues nada, me expulsaron de la universidad por clavarle un bolígrafo a un chaval que me estaba jodiendo…—levanto la mirada para ver su reacción y nada. No hay ningún tipo de movimiento sobre su cuerpo. Es como si este tipo estuviese acostumbrado a estas cosas.

El rubio camina hasta una isleta y saca un botella de vino costoso y algunos camarones. Se dobla las mangas para luego abrir una lata de pasta de tomate y colocarla a hervir con algunas especias y condimentos. Camino hasta donde está para sentarme sobre la butaca de la mesa.

—¿Qué te trae a este crucero, Dara Smirnov?

Tomo una manzana de la alacena y la muerdo—Lo mismo que a ti…—asiente con la cabeza mientras retira la parte superior a los camarones—¿Placer? ¿Dinero? O quizás… ¿Paz?—cuestiono dándole otra mordida a la jugosa fruta. El italiano saltea algunas verduras para después echarle la pasta de tomate y la proteína.—Eres muy bueno cocinando ¿Sabes?

Me muestra los dientes—Lo hago cuando quiero impresionar a una chica—puto. Agarra un plato para servirme un poco de su crema de tomates con camarones. Le doy el primer bocado y abro los ojos al sentir lo exquisito de su sabor. Muevo la cabeza aprobando su deliciosa comida.

—Está muy rica, lastima que yo no sepa ni fritar un huevo, si no te cocinaba algo también…—miro el plato—Tengo una pregunta ¿Te gustan las niñatas?—el hombre de ojos azules suelta la cuchara de su mano y empieza a reírse con sonoras y estruendosas carcajadas.

—¡¿Qué te hace pensar eso?!—limpia las lágrimas que han brotado de sus ojos—Te vi en la cubierta y te juro que si hubiese sido ilegal esperaba hasta que lo fueras para follarte si eso es lo que me estás preguntando...—la crema se me ha ido por otro lado… ¡Joder me estoy ahogando! El desconocido busca una copa para servirme un poco de vino y no tarda mucho en regular mi respiración. Me da unas palmas leves sobre mi espalda y logro restablecerme de nuevo.

—¿Siempre eres así de directo?—toso una vez más—¿No tienes filtro para hablar de sexo?—niega y ruedo los ojos.

—Dara… —lo veo a los ojos—¿Me permites tomar vino?—¡¿Pero que es esto?! Porque me está pidiendo permiso para algo tan trivial.

—¿Perdona?

Se levanta de la silla para tomar la botella de cristal con sus enormes manos. Me echo hacia atrás para verle mejor y un espasmo se apodera de mi estómago al verle una enorme erección sobre la tela de su pantalón. El italiano toma mi mano para luego empujarme hacia él.

—Quiero beber vino sobre tu cuerpo.

¡Santa Virgen de las no vírgenes!

El hombre delante de mí, mete sus manos por el borde de mi vestido para pasarlo por encima de mi cabello. Muerde su labio inferior al verme desnuda y expuesta ante él. Como mis pechos son tan pequeños no suelo usar sostén para retenerlos. Sus manos me giran quedando espaldas contra su miembro. Me empuja hacia la isleta de la cocina. Mi rostro pega contra el mármol y me alzo al sentir como desliza mis bragas por mis pálidas piernas. Aprieto mis muslos al percibir el escozor en uno de mis glúteos.

—Te voy a subir a la isla, debes quedarte quieta, si te mueves, recibirás un castigo de mi parte ¿Entendido?—asiento nerviosa. El rubio saca su corbata de su cuello para amarrar mis manos con fuerza y así impedir que me mueva. Estoy ansiosa porque no sé qué es lo que va a suceder.

Coloco los ojos en blanco al recibir el líquido frío en la zona baja de mi abdomen, abro la boca en el justo instante en que sus labios y lengua absorben el vino sobre mi cuerpo. El ambiente está caliente. La canción I See Red—Everybody Loves suena a todo volumen.

Retiene un poco de alcohol dentro de su boca, se acerca hasta mí para unir nuestros labios y darme de beber. Lo trago logrando encender aún más mis sentidos ¿Eres un dios del sexo acaso?

—Me encanta tu sabor… Sabes a juventud, a pureza…—grito con fuerza cuando mete uno de mis senos en su boca. Succiona con fuerza y me retuerzo sobre la isla al tocar el cielo con los miles de espasmo que de desprenden de mi cuerpo. Estoy temblorosa y mi frente me suda.—Te voy a llevar a mi cama y te voy a follar toda la noche… No voy a parar Dara, nada me va a parar de saciarme contigo.

Me levanta de donde estoy acostada y me agarro con fuerza de su cuello para no caer. El alcohol me tiene completamente adormitada. Deposita mi cuerpo sobre el blando colchón y me hundo en este por mi peso al estar tan ebria. El magnate se baja los pantalones delante de mí y jadeo al verle liberar su enorme y descomunal miembro.

¡¿Dios cuánto le mide?!

—Apóyate con tus codos y abre las piernas para mí…—declara con voz ronca. Rueda una silla para darme una mejor vista de su polla. El italiano comienza a masturbarse; su mano recorre su miembro que sube y baja robándole un par de jadeos—Dara… ¿Por qué no estás haciendo lo que te pido?

Me recuesto contra la cama con cuidado, separo lentamente mis piernas y me erizo toda al escucharlo gemir. Hasta aquí puedo escuchar el chipoteo de su pene y su líquido seminal. Alzo la cabeza para encontrarme con una vista gloriosa. Sus mejillas están rojas y se levanta como un león hambriento para meterse en medio de mis piernas.

Levanta mis caderas y muerdo mi labio inferior al sentir el primer intento de penetración. El italiano se detiene para mirarme a los ojos—Acaso… Acaso ¿Eres virgen?—mi pecho sube y baja—¿Me dejarás ser el primero? ¿Tendré este valioso honor?

—¡Hazlo ya!—mete sus manos por en medio de mis piernas para fijarse sobre mí. La punta de su polla penetra un poco mi entrada. Arde demasiado. Todo empieza a darme vuelta y lo veo borroso. El rubio se aferra a mi cuerpo y lo veo por completo negro.

(***)

Abro los ojos a la mañana siguiente y no sé qué hora es. Voy a matar a Sandara porque no se le ha quitado esa m*****a costumbre de acorralarme con sus brazos cuando se pasa para mi cama.

La empujo un poco con mi trasero y termino de despertarme al sentir algo duro y pulsante contra mis nalgas.

Muevo mi cabeza hacia atrás y tapo mi boca al observar al italiano dormido complacientemente aferrado a mis caderas. Respiro hondo porque no sé qué hora es y nosotras zarpamos del barco hoy. Agarro su mano y como puedo me libero. Abro los ojos al ver moretones sobre mi estómago, pechos y piernas. Lo veo de nuevo y no puedo creer que este tipejo sea un brutal salvaje a la hora del sexo.

Mis caderas e intimidad me duelen, ¡¿Qué me hizo esta bestia que no puedo ni caminar?! Agarro mi vestido y me lo coloco como puedo. Si doy un paso más me voy a desmayar. Giro la perilla con cuidado y respiro aliviada cuando por fin me he marchado de allí.

Las chicas están afuera de mi habitación con nuestras maletas y me extienden un hidratante que bebo apenas me lo dan. Maya me mira con cara de «Anoche te dieron como gaveta que no cierra» y le hago una mueca para que sepa que si alguna dice algo al respecto, les partiré la cara.

Un botones me ayuda a bajar mis cosas, el sol en Madrid está insoportable, pero se pondrá peor al ver a mi padre y a mi abuelo bajar de una de las camionetas de la familia.

Miguel llega hasta mí—¿Qué crees que haces, Dara?—brama entre dientes.

—No sé de qué hablas…—me meto al coche.

—Espero mucho de ustedes dos ¡¿Por qué m****a me asustan así?!—grita el abuelo y todas saltamos asustadas—Tu padre y yo pensamos lo peor… He bloqueado sus tarjetas y no recibirán dinero por un mes. Dara, estarás a cargo de la nueva campaña de la empresa y depende de tu comportamiento para que no te envíe a Suiza.

—No serias capaz…

—Secuestré a tu abuela cuando tenía dieciocho, soy capaz de todo…

Me tiro en mi cama apenas llego a mi apartamento, papá ha dicho que si sigo de esta manera y ocasionando problemas tendré que asumir mis problemas sola. Alguien toca mi puerta y ruedo los ojos. Miro extraño a la persona vestida de traje de dos piezas que sostiene un ramo enorme de rosas rojas en sus manos.

—De parte de mi jefe.—lo aniquilo con la mirada. Tomo la tarjeta y solo leo «SR»

¡¿Quién carajos es SR?

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