Durante una hora, Alba ríe y se relaja con los comentarios y ocurrencias de Enrique, pero recuerda que debe volver a la empresa.
—Me temo que debo irme, se me hace tarde y debo resolver algunos papeles que me solicitó mi jefe.
—Oye no puedes dejarme ahora que le he tomado el gusto a la conversación.
—Me encantaría quedarme, pero…
—Vamos es que quiero que me acompañes a mi mansión, quiero mostrarte una decoración que he mandado a hacer a mi oficina y necesito una opinión de una mujer honesta y con buen gusto.
Alba sonríe y piensa “buen gusto, si supiera”.
—Bien, dame unos segundos para hacerle una llamada a mi asistente secundaria y pedirle que resuelva algunos asuntos, ¿vale?
—Claro.
Alba se levanta del asiento y se aleja lo más que puede de donde está su acompañante, para avisarle a su jefe que no regresará a la empresa.
Justo en el momento que lo llama, este no atiende. Se enoja pensando que puede estar con su novia o incluso con Martina. Termina dejándole un mensaje de v