La mañana siguiente era hora de partir, Lucía y Camilo se encontraban afuera despidiendo a Alba y a Leandro.
Alba abraza a su abuela y casi que se aferra a ella, luego la suelta y se despide de Camilo, quien le deja un beso en beso en la mejilla, casi cerca de los labios.
Ella se separa de él un tanto sorprendida y tocándose la comisura de su labio, sintió algo por ese semi-beso. Leandro lo ha visto todo y no le ha caído bien, sin embargo, se despide de Lucía como se debe y luego estrecha la mano de Camilo como despedida.
—Cuídela bien —dice el señor Suárez severo.
—Si cuidarla bien se refiere a cocinarle, pues ya vio que no se morirá de hambre.
—A menos que no le de la comida a tiempo, ¿No creyó que era muy tarde para comer?
—Hago lo mejor que puedo.
—Si así fuera, no la dejara sola.
—Tengo otras responsabilidades, así como usted, o sino, ¿Por qué no se queda? Si tanto le preocupa que no esté bien en mis manos.
Alba y Lucía no comprendía aquella discusión en