De camino a la villa Alba no me dirigió la palabra y en este momento me gustaría saber que más le preocupa.
Si, su abuela está grave, pero ya me he ofrecido a ayudarle, aunque está aliviada, tiene cara como si ha hecho una especie de pacto con el diablo.
Estaciono el vehículo frente a la casa y Alba se baja con la bolsa de comida que hemos pedido para llevar para su abuela.
Yo también me bajo y la sigo, entramos a la casa y Lucía se encontraba cocinando con ayuda de ese tal Camilo.
—Abuela, deja eso, el señor Suárez le ha comprado algo.
Alba se acerca a ella y Lucía se detiene.
—¿Viene con postre? —pregunta tan animada que me saca una sonrisa.
—Por supuesto, soy muy atento a los detalles —comente—, de haber sabido que es tan dulcera, le comprará una tienda entera.
—Oh vaya… y si usted sigue así, no habrá nadie me que detenga a comerle el dulce —dice pícara y me hace reír.
Es una señora encantadora, me agrada mucho.
—Ustedes dos, vayan a un hotel —se entrom