Capítulo 27
Mientras estaba distraída, Gabriel ya se había colado dentro.

—¿Qué estás haciendo aquí? —le lancé una mirada fría.

Sin inmutarse por mi hostilidad, Gabriel se acomodó directo en el sofá —¡De visita!

—¡Ja! —solté una risa despectiva.

¿Desde cuándo Gabriel calificaba como visita? ¿Un intruso, más bien?

Pero me dolía todo el cuerpo y no tenía energías para lidiar con él, así que me retiré a mi habitación.

Me apliqué algo de ungüento en el cuerpo, luego me tumbé en la cama y me cubrí con las mantas.

Con la cabeza dándome vueltas, me quedé dormida de inmediato.

Total, si Gabriel realmente quisiera vengarse por Isabella, no podría escapar de él. Y si no era esa su intención, después de un rato se largaría.

Dormí profundamente. Cuando abrí los ojos, ya había oscurecido. Mi estómago rugió. ¡Tenía hambre! Esbocé una sonrisa amarga.

Desde la muerte de mi hijo, viviendo sola, me las arreglaba como podía.

Si podía evitar comer, no comía, y cuando el hambre era insoportable, improvisaba cualquier
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