XXII. Las traeremos de vuelta
Me pego a la pared opuesta, no hay nada de espacio en este pequeño cuarto de baño y me protejo el vientre con las manos.
El corazón me late salvajemente y cuando la puerta se abre es…
- ¿Grace? – le digo suspirando, asustada, pero me vuelvo a tensar cuando me hace una seña de que me calle y no hable.
- ¿Qué está pasando?
- Meg, tenemos que escapar, están asaltando la cafetería y tienen a todos como rehenes, parece que buscan dinero, pero son muy raros los tipos, están revisando a todos, solo no me vieron, porque ya venía con la llave del baño que me dio el encargado para abrirte – me susurra con rapidez y me parece todo tan increíble- tenemos que escapar.
Me propone, a la vez que me manda a agacharme y caminar despacio por un pasillo, no sé a dónde vamos, estoy entrando en pánico y solo pienso en todas las historias terroríficas que me ha contado Oliver de secuestros a su familia y hasta mafia.
Siempre me parecieron un poco exageraciones de él, pero ahora estoy aterrada.
Llegamos a la