Lisandro jamás imaginó que se encontraría con Lluvia en el avión, y menos aún en el asiento a su lado. Cada vez que su mirada se posaba en la corbata aún colgada en la entrada de su casa, sus ojos se endurecían con un frío glacial al observar a Lluvia.
—¿Qué haces aquí? —preguntó con voz firme.
Lluv