—Mari está allá sola, solo con mi mamá acompañándola. ¡Debe sentirse muy sola! —comentó Ximena con preocupación.
Sofía, llevándola a un lado, dijo:
—¿Cómo puedes irte en este momento? ¿Acaso estás cediendo tu lugar voluntariamente?
Ximena sintió un nudo en el pecho.
—¡Sí, estoy cediendo mi lugar! Qu