—¡Mariana! ¿Qué estás diciendo? ¿Cómo podría el señor Mendoza ser infiel? Él es muy bueno con Ximena.
Margarita le dio una patada debajo de la mesa a Mariana.
Mariana, llevándose la mano al corazón, exclamó:
—¡Claro que sí, Lisandro siendo infiel, imposible! ¡Él no es de esos! ¿Entonces qué pasó? En