Si había un error, parecía que ninguno lo había cometido. Todos estaban atrapados en sus propias obsesiones, incapaces de liberarse, y con sus acciones, forjaron el destino de toda una generación.
—Lisandro, ¿qué quieres decir? —preguntó Ximena, extrañada.
—Nada, —respondió Lisandro, mirando el vien