—Bueno, sube y trae a Iván, necesito hablar con él.
Al escuchar que debía subir a la clase, una chispa de emoción brilló en los ojos de Daniel, y rápidamente subió las escaleras. A mitad de camino, se detuvo y preguntó a Ximena, que estaba abajo.
—Señora, ¿por qué no va usted misma?
¿Por qué le pedí