Elena observaba con odio a Lisandro y Ximena, que se mostraron cariñosos el uno con el otro, temblando de ira. Aprieto los dientes y, entre dientes, lanzó unas palabras.
—Ximena, me has difamado.
Ximena se acomodó su cabello ligeramente desordenado y susurró en el oído de Lisandro:
—Déjame encargarm