—Señor, —Marcela soltó una carcajada—, ¿para qué quiero tu herencia? Dejando de lado eso, eres el abuelo de Lisandro, nuestras familias están emparentadas. ¡Si Rocío pudiera cambiar su actitud, en el futuro mi Ximena tendría menos problemas!
—Además, ahora estás fuerte y sano, ¿por qué siempre dices