—¿No le gustaría tomar una copa, señorita Castillo?
—No, gracias. No tolero bien el alcohol, temo perder la compostura.
—Qué pena, este excelente vino tinto solo lo disfrutaré yo, —dijo José, probando un sorbo. Luego añadió—. Señorita Castillo, quisiera disculparme por el disgusto causado a su famil