Felicia se quedó atónita.
—¿Cómo es posible confundirse así?
—Pero mi tío se confundió, —respondió Mateo, con una mirada cada vez más vacía y sin brillo—. Él siempre decía que me amaba mucho, que me adoraba. Incluso mi tía no pudo reconocerme. Tomaron al niño equivocado.
Felicia sentía una gran pena