—¡¿Para qué quieres verlo?! —Lisandro se irritó, su voz cargada de enfado.
—¡No creo que él matara a alguien para echarme la culpa a mí! —declaró Ximena. Él frenó de golpe, deteniendo el coche al lado del camino.
—¡Vaya, qué confianza le tienes! —Ella no quería explicar demasiado.
—¡Necesito verlo!