Las demás mujeres la secundaron al unísono.
—¡Sí, besa los pies!
—¡Rápido, besa los pies de Fabiola!
—¡Arrodíllate y besa los pies!
Algunas incluso empujaron a Ximena. Ella miró fijamente a la mujer llamada Fabiola, con una expresión fría y los puños firmemente cerrados, mostrando una determinación