Después de bañarse, Lisandro esperó a Ximena apoyado en la cabecera de la cama. Cuando ella regresó, él le preguntó de manera directa:
—¿Quién te trajo a casa?
Ximena lo miró, notando su expresión molesta, y contestó sin ocultar nada:
—Luis.
Lisandro, en un arrebato, arrojó su celular sobre la mesa