Lisandro volvió a acercarse y le susurró: —Recuerda que es el heredero de los Ortiz, tal vez no podamos cubrir esos gastos.
—Vendemos la casa y juntamos todo el dinero que podamos. ¡Algo tendremos! —respondió Ximena.
—¿Venderías tu casa favorita por mí? —preguntó Lisandro.
—¿A quién le importa la ca