—Pero Rebeca está a punto de dar a luz. No puedo regresar a Nubiazura en estos momentos —argumentó Ximena.
De pronto, una vocecita emocionada se escuchó desde la puerta. Era Felicia, que preguntó con ojitos brillantes: —Mamá, ¿podemos quedarnos unos días en Aurensia?
Ximena la miró, sonrió y respond