Al ver al recién llegado, el rostro de Lisandro palideció y, de forma instintiva, se puso delante de Ximena.
Aunque Ximena no reconocía al anciano, por la tensión del ambiente, intuía que no venía con buenas intenciones.
Lorenzo se detuvo frente a Lisandro, golpeando el suelo con fuerza con su bastó