Había cierta tensión en el aire cuando Marcela, con toda su valentía, enfrentó a Lorenzo.
—¡No creas que porque seas el abuelo de mi yerno te vamos a tratar con guantes de seda! ¡Pensar que con tu edad actúas de esta manera! ¡Por respeto te llamo señor, pero si sigues con estas tonterías, serás simp