—¿Qué... qué pretendes hacer? —Ximena estaba visiblemente alarmada.
Lisandro la arrinconó contra la pared, con una sonrisa traviesa.
Sus grandes ojos brillantes y vulnerables la hacían parecer un cervatillo asustado.
Una idea cruzó por la mente de Lisandro, y no quería contenerse más.
—Deberíamos ac