Lisandro, secándose el cabello mojado, fue a buscar a Mateo. Pero Mateo ya había corrido hacia su cuarto, cerrando con fuerza la puerta detrás de él y echando el cerrojo.
Después de colgar el teléfono, Ximena estaba claramente distraída.
Una vez que terminaron de cenar, Fernando quiso llevar a Felicia a dar un paseo. Felicia, brincando de emoción y gritando «¡abuelito!» estaba a punto de salir cuando Ximena la detuvo rápidamente.
—Felicia, es hora de regresar.
Fernando miró a Ximena, quien l