—No hay atajos en la vida —dijo Ximena con tono serio.
Lisandro frenó bruscamente, parando el coche al lado del camino. Apoyándose en el volante, volteó para mirar a Ximena, que estaba en el asiento del copiloto.
—¿Estás diciendo que tengo un amante rico?
—¿No es así?
Desde que Ximena estaba en la escuela había oído que Elena pertenecía a una familia adinerada, conocida por su riqueza. Incluso un lápiz o una simple liga para el cabello eran de marcas de lujo.
Tenían un hijo, pero nunca se h