Lisandro levantó ligeramente las comisuras de los ojos: —Acabas de hablar mal de ella.
—¡No es tan mala! Solo quería dar una valoración objetiva de su carácter.
—En realidad, tiene algo muy bueno, sabe cómo cuidar de las personas a su alrededor de forma atenta. Por ejemplo, aunque dice que no le gusto, me ayudó a encender las luces del coche cuando me vio caminando de noche con tacones. Aunque dibujé mal, no me criticó, simplemente me ayudó a corregirlo en silencio.
—En la capilla, cuando el