* * * * * * * * * Bayá * * * * * * * * * *
—¡AAAGGGGGHHHH! —me enfado y tiro el celular, terminando así por destrozarlo.
—BAYÁ, TRANQUILÍZATE —demanda Ramsés.
—¡¿Tranquilizarme?! ¡¿Tranquilizarme?! ¡¿Cómo pretendes que haga eso?!
—¡BAYÁ! SI SIGUES ASÍ DE DESESPERADO, NO LOGRARÁS NADA. ¡DEBES TRANQUILIZARTE PARA PENSAR! —ordena; y debía admitir que tenía razón.
—Vale..., vale —pronuncio al intentarlo.
—Bien, así..., está bien. Tranquilízate y actuemos. Tú eres el jefe, tú mandas, pero ahora yo podría...
—NO. Este asunto es mío. Ella quiere hablar conmigo.
—¿Irás a donde te citó? —cuestiona serio; y yo niego con la cabeza.
—JAMÁS HARÍA ESO —aclaro muy firme al mirarlo fijamente.
—¿Entonces?
—Entonces..., pretendo hacerle una visita sorpresa...
—Bayá, recuerda que tu esposa está ahí.
—LO SÉ. Y es por ella que lo haré —respondo al terminar de abrir la puerta d emi auto y subirme en él.
—Bayá —escucho a mi amigo, al tiempo en que veo cómo toma el asiento de copiloto—, tu espos