Al llegar al interior de la mansión, los hombres comenzaron a disparar, Harry no era tonto, llevaba puesto un chaleco antibalas.
Tomó uno de los brazos de uno de los guardias y lo sometió, luego lo utilizó como escudo, golpeó a otro más en el rostro y a otro lo estrelló contra la pared, patadas, golpes, le tomó un poco más de tiempo, pero en cuanto los hubo noqueado bajó al sótano. Ahí habían dos guardias más cuidando a Azura y esperándolo.
Al entrar fueron directo a él, lo golpearon y él devolvió los golpes. Las luces del lugar estaban apagadas, Azura estaba inconsciente.
Otros tres minutos después los guardias yacían en el suelo, narices, cejas y pómulos rotos, Harry estaba un poco golpeado pero no importaba. Por fin había llegado hasta Azura.
Intentó despertarla.
-Azura… ¡Azura! Despierta, voy a sacarte de aquí...
Azura abrió los ojos y los volvió a cerrar. Harry maldijo. La piel de Azura se sentía helada, pero su frente ardía.
-¡Carajo! Voy a llevarte a un hospital. ¿Vas a estar