Mientras Michael se enterraba en ella, Sofía disfrutaba como unca en su vida, por fin sin contenerse y por fin sin suplicarle algo que ella deseaba desde la primera vez que se habían probado.
Estocada tras estocada sus cuerpos fueron sintiéndose agotados, entonces se separaron, la espalda firme y musculosa de Michael se extendió sobre la cama, Sofía se abrazó a él y enredó sus piernas con las suyas.
-Te amo.
Le susurró con una sonrisa en el rostro antes de quedarse profundamente dormida.
-Yo también te amo princesa, tanto que moriría si algún día me dejas.
Sofía ya no alcanzó a escuchar esto último, estaba tan cansada. Si lo hubiera escuchado, tal vez habría pensado mejor las cosas y cambiado un poco sus planes.
A la mañana siguiente agotada por la noche anterior Sofía a duras penas abrió los ojos, el cansancio la consumía, no quería levantarse, mucho menos ir a la universidad
-Buenos días princesa. ¿Cómo amaneciste?
-Terriblemente agotada. ¿Cómo es que tú te ves tan fresco?
Michae